CASTELLA Y GARRIDO SE LLEVAN EL 26J

Con el temor de un ilusorio Il Sorpasso en el imaginario colectivo, dos gallos se impusieron en el 26-J. Ocurrió cruzada la frontera. Lejos de la marabunta de partidos y escrutinios de la vecina España. Allá en la Galia, en Saint-Sever, la tarde había empezado fría.

MUNDOTORO

López Simón salió en hombros de la plaza de toros de Ledesma. El torero de Barajas cortó tres orejas y se impuso en el mano a mano con Sebastián Castella. El torero francés pudo también lograr el triunfo, pero el fallo con la espada se lo impidió. Se lidió una corrida, manejable, de extraordinaria clase y calidad en conjunto, de El Pilar.

«EL DIABLO TAMBIÉN YERRA»

Dicen las malas lenguas y las leyendas más rancias que es el Diablo capaz de fundar ciudades en una noche, tentar al hijo de Dios con el éxito pegando en el poste y transformar la vida de los mortales solo a cambio de su alma. Dicen, además, que es caprichoso con el objetivo, y que hasta puede engolosinarse al hacer suya la meta del cliente de turno. Ni es humano ni es mortal, pero tiene también errores. Si no, ya habría podido con Dios.

«MALA SUERTE PARA LA CORRIDA DE EL PILAR»

La facilidad con que Fandi se quitó de en medio al toro con más pies de todo San Isidro no causó asombro. El manso tan sacudido de carnes de El Pilar no paró. Se escupía del caballo, volvía por dentro o se cruzaba en los capotes: Fandi se escapó porque tiró el suyo a la cara y el cuerpo, a tierra. Exigió a Fandi todas sus facultades en banderillas para ganarle la cara a galope tendido. Si a sus movimientos eléctricos se suman la falta de fijeza, cierta guasa y el viento, la capacidad del granadino para andar con él y despacharlo sube enteros.

«EN DEFENSA DE LA CORRIDA DE EL PILAR»

Leída la prensa generalista y su saca de sandeces propia de la ignorancia, toca salir brevemente en defensa de la corrida de El Pilar, tan maltratada en los papales como en el ruedo. La corrida de Moisés Fraile dio para cortar cuatro o cinco orejas, pero se cortaron únicamente dos…

«EL TORO, ESE ANIMAL INCOMPRENDIDO.»

Desde que lo engancharon a las mulillas hasta que desapareció por la puerta de arrastre estuve tocándole las palmas. Yo solo. Era colorao y bien hecho, flojeó en el primer tercio y un público amadrileñado se puso en su contra cuando la presidenta no lo devolvió al corral. Luego, no sólo no volvió a caerse, sino que embistió con clase y mucho temple. Un toro para soñar el toreo, pero para soñarlo, primero hay que sentirlo…